Mi boca balbucea tu nombre, cuando aún ignoraba lo que me decías. Te pedía euforia, y tú me la dabas, como un precioso regalo de complicidad. Cada paseo por Madrid olía a ti y me impregnaba de ese sentimiento de melancolía que me producía tu manera de caminar. A mi lado.
Hoy, como una broma de mal gusto, pensando en ti, tú estabas ahí (dándome recuerdos).
Y ahora sé, que la rutina es más rutina sin ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario